Probamos The Precinct – Un drama policial clásico hecho videojuego

Probamos The Precinct – Un drama policial clásico hecho videojuego

Mucho antes de que Grand Theft Auto presentara su mundo criminal en 1997, los primeros conceptos del juego en DMA Design planteaban una experiencia desde el punto de vista de la ley. Finalmente, el estudio optó por centrarse únicamente en el crimen, decisión que sin duda resultó acertada desde el punto de vista comercial. Sin embargo, casi treinta años después, The Precinct recupera aquella idea original y demuestra que también puede ser emocionante estar del lado de la justicia en una ciudad sandbox de estilo clásico.

Aunque su propuesta es modesta, The Precinct ofrece una experiencia única y satisfactoria a lo largo de unas doce horas de juego. Su bucle jugable —basado en patrullar la ciudad y desarticular operaciones criminales— puede llegar a resultar repetitivo con el tiempo, pero se ve reforzado por su distintiva presentación isométrica y un apartado visual que remite con acierto a los años ochenta. Fallen Tree Games ha conseguido construir una ciudad urbana empapada de lluvia y nostalgia: Averno City, un lugar donde perseguir criminales, mafiosos y maleantes mantiene un encanto tan familiar como refrescante.

Ambientar el juego en los años ochenta ha sido una decisión tan inteligente como deliberada. Al eliminar elementos modernos como las redes sociales o la ciberseguridad, The Precinct capta la esencia de un mundo más analógico: con radios policiales, patrullas en pareja y callejones sombríos del centro urbano. Más que un simulador policial moderno, parece un homenaje a las series de televisión del siglo XX, y consigue transmitir ese mismo espíritu. El juego no pretende abordar cuestiones complejas como la corrupción sistémica o la rendición de cuentas de las fuerzas del orden, ni lo necesita. En su lugar, presenta una versión idealizada de lo que debería ser la labor policial: respuesta rápida, propósito claro y un firme sentido del deber.

En esencia, The Precinct es una carta de amor a los dramas policiales y al cine de acción ochentero. Cada turno es como un episodio de alta tensión, repleto de persecuciones, arrestos y destrucción. Averno City es un caos permanente, atrapada en un ciclo sin fin de criminalidad donde nunca faltan coches patrulla ni delincuentes atrevidos. Todo evoca la persecución final de The Blues Brothers convertida en rutina diaria. Y no falta ningún cliché: el novato idealista emparejado con un veterano a punto de jubilarse, el jefe con bigote que grita mucho y, por supuesto, un agente llamado Kowalski.

Dicho esto, el guion podría beneficiarse de un tono más natural. Los diálogos tienden a sonar forzados y teatrales, lo que afecta a la fluidez y da lugar a interpretaciones vocales algo exageradas o incluso cómicas. Si The Precinct fuese una serie de televisión, difícilmente competiría con Hill Street Blues en los premios Emmy.

Herramientas del oficio
A pesar de estos tropiezos en el diálogo, la jugabilidad de base es sólida y envolvente. No tardé en dejarme llevar por la rutina: patrullando a pie, acudiendo a altercados, interceptando conductores temerarios o escaneando las calles en busca de vehículos robados.

El juego incluso incluye misiones que te llevan a los cielos en un helicóptero de la policía, desde donde puedes seguir a sospechosos o guiar a tus compañeros hacia la ubicación de un crimen en curso. Cada actividad resulta gratificante gracias a una estructura bien diseñada: completar eventos genera experiencia, que a su vez permite mejorar tu equipo, acceder a nuevos distritos y desbloquear opciones de personalización para tu uniforme o tu coche patrulla.

La progresión es fluida y motivadora, y la forma en que el juego introduce nuevos elementos mantiene el interés durante buena parte de la historia principal. El único problema es que la variedad no se mantiene hasta el final: pasada la mitad del juego, las actividades empiezan a repetirse y el sistema de mejoras pierde fuerza. Además, algunas tareas secundarias podrían haberse desarrollado más. Por ejemplo, sería interesante poder investigar crímenes con más profundidad, interrogando testigos o recopilando pruebas, en lugar de limitarse a seguir marcadores en el mapa.

A nivel técnico, The Precinct se mantiene competente. La estética isométrica funciona bien y la ambientación ochentera está lograda, con una paleta de colores neón, reflejos en el asfalto mojado y música sintetizada que evoca la televisión de la época. No es un juego con gráficos punteros, pero el estilo visual tiene identidad y coherencia. En cambio, el sistema de conducción puede resultar torpe en ocasiones, con vehículos que responden de forma algo errática al girar a gran velocidad o al chocar contra el entorno. Tampoco ayuda que algunas persecuciones se vuelvan caóticas por la cantidad de coches en pantalla o por una IA que a veces se comporta de forma poco predecible.

Justicia callejera
A pesar de sus limitaciones, The Precinct consigue ofrecer una experiencia original dentro del panorama actual de los juegos de mundo abierto. Es refrescante ponerse en la piel de un agente de policía con buenas intenciones, en una ciudad donde la acción nunca se detiene. Aunque no innova en mecánicas complejas ni explora temas profundos, lo compensa con un ritmo ágil, una ambientación encantadora y un sentido del deber casi nostálgico.

Al final, lo que más destaca de The Precinct es su compromiso con una visión clara: ser un homenaje jugable a las historias policiacas clásicas. Y en ese sentido, cumple con nota. Puede que no cambie el género, pero sí demuestra que aún hay espacio para propuestas diferentes, incluso en los rincones más conocidos del sandbox.

Conclusión
The Precinct no es una superproducción ni un título que aspire a revolucionar el género, pero tiene claro lo que quiere ser y lo ejecuta con solidez. Su ambientación ochentera, su estructura de juego accesible y su enfoque nostálgico en el arquetipo del policía de ficción hacen que sea una propuesta simpática y con personalidad. Aunque su repetitividad acabe lastrando parte de la experiencia, ofrece suficientes momentos de diversión y estilo como para recomendarlo a quienes busquen algo distinto dentro del mundo de los juegos de mundo abierto.

Soy un apasionado de los MMORPG. He jugado a casi todos los que han visto la luz. Al final, cambié muchas de las horas de vicio por compartir noticias y contenidos sobre este mundillo.

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