Probamos Clair Obscur: Expedition 33 – Un espectáculo visual con una historia brutal

Probamos Clair Obscur: Expedition 33 – Un espectáculo visual con una historia brutal

Cuando probé Clair Obscur: Expedition 33 por primera vez a principios de este año, dije algo como “el equipo de Sandfall Interactive está trabajando en algo especial”. Pero la verdad es que no tenía ni idea de cuánto.

La historia arranca con Gustave —con la voz de Charlie Cox, el de Daredevil— reencontrándose por última vez con su antigua pareja, Sophie. Ella y otras personas están a punto de participar en el “Gommage”, una palabra francesa que se podría traducir como “borrado” o “desaparición”. Básicamente, una vez al año, una figura misteriosa conocida como la Pintora despierta y hace desaparecer a toda la gente que ha alcanzado cierta edad en una ráfaga de pétalos rojos. Es un evento tan bello como trágico que está acabando poco a poco con lo que queda de la humanidad, refugiada en su última ciudad: Lumière.

Este comienzo me tocó mucho. Es íntimo, callado, triste… hasta el punto de que parecía que estaba viendo algo demasiado personal, como si me hubiera colado sin querer en un funeral ajeno. Es, sin duda, uno de los inicios más emotivos que he visto en mucho tiempo. Pero enseguida parte la Expedición 33, decidida a acabar de una vez por todas con la Pintora y el Gommage. El mundo en el que se adentran es duro y desesperanzado. Hay una frase que me marcó especialmente: “Quería tanto a sus hijos que decidió no tenerlos”. Brutal.

Poco después de empezar el viaje, todo se tuerce cuando se topan con un anciano —algo que se suponía que ya no podía pasar, por culpa del Gommage— y solo unos pocos miembros de la expedición consiguen seguir adelante: Gustave, Lune, Maelle y Sciel. Todos vienen de Lumière y se dirigen hacia lo que llaman el Continente Principal, donde están la Pintora y el misterioso Monolito. El mundo está roto en pedazos desde hace 67 años, por culpa de algo llamado la Fractura. En su camino, tendrán que enfrentarse a su pasado, encontrarse con criaturas que pensaban que eran solo leyendas y descubrir verdades que lo cambiarán todo.

Una de las cosas que más me gustaron del juego es lo reales que se sienten los personajes. No son héroes de manual: son personas con miedo, que dudan, que llevan el peso de lo que pasa como pueden. Gustave, el líder, no siempre lo tiene claro. A veces necesita que los demás le recuerden por qué siguen adelante. Y Lune, por su parte, se refugia en su trabajo, como si esperara que iban a fallar y quisiera asegurarse de dejar todo por escrito para quien venga después.

Cuanto más les conocía —hablando con ellos en los campamentos, leyendo los diarios de expediciones anteriores— más me atrapaba este mundo. Porque incluso cuando todo parece perdido, lo que los mueve es dejar algo bueno para los que vengan después. Ese mensaje me tocó especialmente ahora que soy padre. Aunque no consigas tu objetivo, haces lo que puedes para que otros puedan lograrlo. Dejas algo, aunque sea pequeño.

Cuando terminé el juego, me sentí satisfecho, pero también con muchas preguntas y ganas de saber más sobre este universo.

Y sí, todo esto suena bastante intenso (y lo es), pero también tiene sus momentos divertidos y raros. Los Gestrales, por ejemplo —una especie de comerciantes con cuerpo de maniquí de madera— son un desmadre. Me reía cada vez que uno me desafiaba a un combate para abrir su tienda, o cuando bailaban en la playa en bañador. Monoco, el Gestral que se une al grupo, me hizo soltar más de una carcajada hablando de su nuevo pie.

Y luego está Esquie —una especie de criatura blandita, como un malvavisco— que se encarga de llevarte de un sitio a otro. Sus momentos con el cascarrabias de piedra, François, son de lo más entrañable y graciosos de todo el juego.

A lo largo del juego, hay un montón de ideas que me encantaron. La historia no se limita solo al pasado del grupo, también tiene espacio para explorar temas como el propósito, el dolor, el duelo y cómo encontrar sentido en un mundo que, literalmente, te quiere borrar. Y no me refiero solo a los momentos grandes. Hay detalles pequeños, como una conversación entre dos personajes sobre lo que es ser “demasiado emocional”, o cómo uno de ellos sufre por haberse alejado de su madre. Son cosas que hacen que el mundo y sus personajes se sientan reales, humanos.

Todo esto se apoya en un sistema de combate por turnos que no se limita a lo típico de pulsar botones y ver cómo se desarrolla la pelea. Aquí puedes moverte para esquivar ataques, bloquear, lanzar hechizos que vuelan en tiempo real y hasta realizar contraataques si presionas el botón justo a tiempo. Cada habilidad es única y hay muchísimo que desbloquear. Si te gusta explorar y probar diferentes estilos, este juego te va a encantar.

El sistema de evolución de personajes también es bastante original. Usas un recurso llamado Reverie para mejorar estadísticas y desbloquear talentos únicos que ayudan tanto en combate como en exploración. Además, puedes encontrar cristales con desafíos especiales —una especie de “minijefes”— que te dan experiencia extra si los completas bien. Hay un modo de entrenamiento para practicar tus movimientos, y puedes volver a luchar contra enemigos cuando quieras para perfeccionar tus estrategias.

Y por si todo esto fuera poco, Expedition 33 es increíblemente bonito. Es de esos juegos que te dejan con la boca abierta. Los escenarios parecen pinturas al óleo, con una iluminación que les da vida. Desde los restos rotos de la ciudad de Lumière, pasando por cuevas azules que brillan con vida, hasta un castillo flotante en medio de un lago rojo, todo está hecho con un mimo impresionante. Y la música… simplemente preciosa. Hay una canción que suena durante los combates más importantes que me puso la piel de gallina.

Es difícil expresar con palabras lo que ha significado para mí jugar a este título. Me ha conmovido de verdad. A veces me detenía a mirar el paisaje, o me quedaba escuchando una conversación entre personajes. Otras veces, simplemente me emocionaba con lo que estaba pasando, tanto por lo que se contaba como por cómo se contaba. Clair Obscur: Expedition 33 es un juego que mezcla belleza, emoción, combate y corazón de una forma que no me esperaba.

Creo que es de esos juegos que se te quedan grabados mucho después de haberlos terminado.
Y no puedo esperar a que lo probéis también.

Nota: 9,5/10

Soy un apasionado de los MMORPG. He jugado a casi todos los que han visto la luz. Al final, cambié muchas de las horas de vicio por compartir noticias y contenidos sobre este mundillo.

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